Científicos del INIDEP presentaron el estado de situación de la pesquería de merluza negra en Argentina y su evolución en el período 2000-2023.
BUENOS AIRES.- El documento elaborado por Patricia Martínez, Gonzalo Tróccoli, Otto Wöhler y Emiliano Di Marco, del Programa Pesquerías de Peces Demersales Australes y Subantárticos, analizó la situación de la pesquería durante el año pasado, haciendo foco en las capturas y la proporción de juveniles.
La información utilizada por los investigadores procedió de la estadística oficial (partes de pesca) y de la recopilada por los Asistentes de Investigación Pesquera (AIP) del INIDEP a bordo de las embarcaciones que poseen cuota individual de captura para la especie.
Cabe recordar que la captura máxima permisible para la especie el año pasado fue de 3700 toneladas. Según la estadística oficial se desembarcaron 3473 toneladas. La cifra representó 6% menos de lo permitido, equivalente a 227 toneladas.
Los buques provistos con red de arrastre aportaron el 99,9% de la captura total de la especie, mientras que el único palangrero activo en la pesquería registró el 0,1 restante, equivalente a 4 toneladas.
A partir de 2004 en que se comenzó a estimar la abundancia del efectivo utilizando modelos de evaluación estructurados por edad, se recomendó una captura biológicamente aceptable anual a las autoridades nacionales, sobre la base de la cual el Consejo Federal Pesquero (CFP) asigna el valor de captura destinado a la cuota de cada embarcación.
“La vigencia de las medidas de manejo asociadas al régimen de CITC y la veda implementada en 2019 entre julio y septiembre en el Área Permanente de Juveniles de Merluza Negra (APJMN), destinada a proteger la fracción adulta de la población, han aportado previsibilidad y sostenibilidad a la explotación de la especie”, destaca el informe.
Como ya lo habían advertido en anteriores documentos, los investigadores revelaron una persistencia de la concentración del esfuerzo pesquero en el APJMN, de donde vino el 99% de la captura total de la especie.
“Esta situación se ve agravada por la baja participación de la flota palangrera, la cual podría operar en otras áreas con buenos rendimientos, como aquellas ubicadas sobre el talud, debido a las características de su arte de pesca, y por la inexistencia de los planes de manejo necesarios para permitir la actividad pesquera dentro de las áreas marinas protegidas Namuncurá-Banco Burdwood y Yaganes, que efectivamente descomprimiría la presión pesquera sobre el área”, consideraron.
Las capturas de merluza negra procedentes de la flota que opera con redes de arrastre de fondo estuvieron concentradas en solo tres de las seis embarcaciones tenedoras de cuota de la especie: “Echizen Maru”, “Argenova XXI” y “San Arawa II”.
Este último pasó a formar parte en 2023 de la empresa Estremar y en ese marco le fue posible usufructuar la captura asignada al “Centurión del Atlántico”, que no registró actividad en el año pasado.
La proporción de ejemplares menores de 82 centímetros de longitud total, considerada como la longitud de madurez sexual, se mantuvo en un 12%, valor similar a los últimos registros y notablemente menor al máximo permitido desde finales de 2019 del 20% respecto del total capturado en número.
“De acuerdo con el análisis realizado puede concluirse respecto de la captura desembarcada y del porcentaje de juveniles presentes en las mismas, la pesquería argentina de merluza negra cumple con las medidas de regulaciones vigentes y por ello se sugiere mantenerlas”, concluyeron.
Los científicos recomendaron continuar con el estricto control que prohíbe realizar operaciones de pesca dirigidas a merluza negra en el APJMN a menos de 800 metros de profundidad con el fin de reducir al mínimo la captura de juveniles de la especie y su posible descarte.