VGM Silvia Barrera.
“La posguerra para las mujeres costó y cuesta mucho”
La VGM Silvia Barrera nació el 25 de abril de 1959 en San Martín, provincia de Buenos Aires. En 1982 era instrumentadora quirúrgica –con especialización en Cirugía General, Oftalmología y Cardiología- en el Hospital Militar Central “Cirujano Mayor Dr. Cosme Argerich” – Hospital General 601 (H Grl 601-HMC), establecimiento sanitario dependiente del Ejército Argentino, y –con 23 años- fue voluntaria en el Buque Hospital Almirante Irizar.
Cuando Silvia Barrera le contó a su padre que al día siguiente partía para Malvinas, él -suboficial retirado-, salió corriendo a comprarle una cámara y varios rollos de fotos. “Quiero saber todo de las islas” le dijo. Ella se cortó la larga cabellera rubia, pensando que así sería más práctico porque nada sabía sobre las necesidades que podían surgir en las islas. A pesar de la seguridad estricta y la profunda censura que existía en el país, logró traer al continente pruebas contundentes de la presencia de las mujeres dentro del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur.
“Nosotras siempre fuimos reconocidas como Veteranas de Guerra por nuestras Fuerzas por separado, pero a partir de 2012 logramos tener una Resolución en conjunto como las únicas Veteranas de Guerra, entonces a partir de ahí vino una difusión sobre esos reconocimientos que habíamos recibido, porque fuimos reconocidas a partir del año 1983, al poco tiempo de regresar, lo que pasa es que falta difusión y eso es una falta de los distintos Ministros de Defensa, de los Jefes del Estado Mayor Conjunto, Jefes de Estado Mayor de todas las Fuerzas, de no hacer visible todas esas condecoraciones”.
“Del Ejército Argentino somos seis Veteranas de Guerra, somos instrumentadoras quirúrgicas, pero en medio de la emergencia tuvimos que quedarnos a trabajar en el Buque Alte. Irizar y nos tocó trabajar un poco de camilleras, de enfermeras, de psicólogas improvisadas y también dándole nuestra palabra de aliento y cariño a esos soldados que venían heridos”.
“Recuerdo como momentos especiales el llegar a Malvinas y reconocer que es tu tierra; también la primera llegada del helicóptero con los primeros heridos; y el 14 de junio cuando se firmó el cese del fuego y nosotros habíamos salido de Buenos Aires pensando que estábamos manteniendo las posiciones y después el volver y la atención de cada uno de nuestros heridos. Nosotros estuvimos en Puerto Argentino a bordo del Irizar desde el día 09 de junio y hasta el día 19, durante esos días vivimos los bombardeos nocturnos hasta el día 14 en que empezó el silencio después del cese del fuego, y después el atender a cada uno de nuestros soldados que venían muy golpeados”.
“La posguerra para las mujeres costó y cuesta mucho, porque nosotros pertenecemos a una Fuerza, el Ejército, que es muy machista, si bien la mujer después de nosotras ingresó en el Ejército, porque cuando nosotras fuimos no había todavía mujeres en el Ejército, ahora tenemos Coroneles mujeres que cumplen un montón de funciones además de la parte de Sanidad, cuesta muchísimo seguir avanzando, pero lentamente van ocupando lugares donde pueden tomar decisiones y eso va a ser cada vez más importante en el futuro”.
“Creo que ningún Veterano de Guerra regresa igual luego de participar en una guerra, uno tiene sus fantasmas, sus cosas vividas y cada uno gestiona en su cabeza lo que vivió de distinta forma y también depende de la resiliencia de cada uno, como se transforma eso que vivimos”.