“Todo En Todas Partes Al Mismo Tiempo”, la película de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, consiguió siete premios Oscar, entre ellos a Mejor Película, en una sobria ceremonia realizada en el Teatro Dolby de Los Ángeles, que dejó de lado el glamour y esbozó algo de humor, aunque con poco lugar a los sketchs quizá, por temor, a repetir papelones.
“Si algo violento ocurre, hagan lo que hicieron el año pasado: Nada”, dijo el humorista Jimmy Kimmel, conductor de la gala, en referencia a la cacheta de Will Smith a Chris Rock de la anterior edición, a la vez que rescató el regreso de las 23 categorías a la gala que se transmite en vivo: “Todas las categorías están aquí porque así la comunidad lo quiso, no así la televisión”. Aunque a los ganadores de los denominados rubros técnicos casi no los dejaban agradecer, como le pasó a una de las maquilladoras de “La ballena”, quien al intentarlo le cortaron el micrófono y le subieron la música.
En una gala un tanto aburrida, de tres horas y media, la película de los Daniels se llevó, además, el Oscar a Mejor Dirección, Mejor Actriz (Michelle Yeoh, primera asiática en obtener este galardón), Mejor Guion Original, Montaje (con complicadas escenas de artes marciales), Mejor Actor de Reparto (Ke Huy Quan) y Mejor Actriz de Reparto (la experimentada Jamie Lee Curtis).
La otra gran vencedora de la velada fue el drama bélico alemán “Sin novedad en el frente”, que se alzó con cuatro estatuillas, entre ellas a Mejor Película Internacional, con lo que terminó así con el sueño de “Argentina 1985”, de Santiago Mitre, de obtener el tercer Oscar de la historia para nuestro país.
El vietnamita Ke Huy brindó un emotivo discurso, al borde de las lágrimas: “Este es el sueño americano”, dijo al recordar su viaje en barco y su estadía de un año en un campo de refugiados antes de convertirse en actor.
Tanto Kwan como Schneinert hicieron referencia a infancias complicadas y a su amor por el cine y sus familias. Aplausos y risas arrebataron discursos poco pensados y plagados de emoción.
Otro momento que llamó a las lágrimas fue cuando Brendan Fraser ganó su Oscar como Mejor Actor, en su regreso al cine gracias al director Darren Aronofsky, quien lo convenció para que protagonizara “La ballena”, cinta que también se llevó la estatuilla a Mejor Maquillaje.
Más temprano, el director mexicano Guillermo del Toro conseguía su tercer Oscar con “Pinocho”, bajo producción de Netflix, como Mejor Película de Animación. En años anteriores, se había llevado el galardón con “La forma del agua” en las categorías Mejor Película y Mejor Dirección, además de haber sido nominado por “El laberinto del Fauno” y “El callejón de las almas perdidas”.
Como Mejor Documental ganó “Navalny”, de Daniel Roher, en lo que pareció un premio más político que cinematográfico por el filme que narra la vida de Alexei Navalny, el opositor ruso que se encuentra preso en Moscú y que años antes había sido envenenado, quedando al borde de la muerte. Su esposa, Yulia Navalnaya, recibió el Oscar y desde el escenario le envió un mensaje a su marido.
La ceremonia comenzó a las 21 puntual, con un raconto sobre los principales nominados por parte del conductor, el humorista Jimmy Kimmel, que rescató las risas de los presentes con varios chistes sobre ellos. Un clásico de los Oscar y del humor estadounidense, donde la burla y el humor corren constantemente sus límites.
En un extensa introducción, Kimmel repartió chistes para James Cameron y Tom Cruise, ausentes en la velada: “Los dos que más insistieron en que volvamos a los cines, hoy no están acá”. Cruise, por estar en el rodaje de “Misión Imposible: 7”. En el caso de Cameron, no se conoció el motivo.
A las dos horas y media de transmisión, reapareció Kimmel. Con papeles en sus manos se acercó a los presentes para charlar un rato con humor, aunque dialogó con poca gracia con Colin Farrell y la Nobel y activista Malala Yousafzai. También se acercó a Jessica Chastain, quien parecía vivir anclada en el 2020 con un barbijo en la cara. El sketch no se entendió muy bien y penduló entre el ridículo y el sinsentido.
También pasó el clásico In Memoriam, que recuerda a los miembros de la industria fallecidos durante el último año. En esta ocasión, con presentación de John Travolta y musicalizado por Lenny Kravitz, pasaron, entre otras, las imágenes de Olivia Newton John, Ray Liotta, Jean Luc Godard, Gina Lollobrigida, Vangelis, James Caan y Raquel Welch.
El movimiento #OscarsSoWhite (“Oscars tan blancos”) de 2015 reclamó mayor y mejor representación racial en los premios; el #MeToo nacido en 2018 denunció los abusos machistas en la industria. El histórico error de Faye Dunaway y Warren Beatty que declararon, por segundos, ganadora como Mejor película a “La La Land” en vez de a la que sumó más votos, “Luz de luna”, arruinó el final de la ceremonia de 2017.
Las experimentaciones con el formato mostraron también una pérdida de rumbo: hubo galas sin presentador o presentadora, y hasta con múltiples anfitriones; se probaron cambios en el orden histórico y lógico de la entrega de galardones, de modo que un año la categoría máxima de Mejor película no fue la que cerró la transmisión; también se intentó recortar la duración total de la gala con la supresión de rubros técnicos del “vivo”. Ninguna opción gustó y este domingo los Oscar se apegaron al formato clásico.