Tradición y costumbres gauchas

Cada estancia, muchas adaptadas para recibir turismo rural, tiene su particularidad que la diferencia de las demás, tanto por el entorno del paisaje en el que están situadas, el carácter de la explotación productiva del campo, como por las actividades complementarias que ofrecen.

La Estancia Villa María fue fundada por Vicente Pereda a fines del siglo XIX y desde su origen fue un establecimiento precursor de la zona ganadera camino a Cañuelas. Una de las propuestas para conocer.

BUENOS AIRES.- Las tradicionales casas de campo, presentan amplios y confortables ambientes, organizados comúnmente por la espaciosa cocina-fogón, un gran comedor, habitaciones con baño privado o compartido, salas de estar, biblioteca o rincón de lectura, sala de juego, piscina y quincho.

En invierno, aunque los ambientes gozan de calefacción, es tradición encender el hogar y disfrutar la lectura de un buen libro o mirar por entre los ventanales las noches estrelladas o la inmensidad de los amaneceres y atardeceres en el campo.

La arquitectura de los imponentes cascos de estancia varía según el origen de sus propietarios y la época de su construcción. Las hay similares a castillos normandos, de estilo francés, inglés, colonial americano e incluso criollo, pero siempre se destacan por la calidad de sus materiales, generalmente traídos especialmente desde Europa, y por la amplitud y confort de sus ambientes.

Atractivos que ofrece

Aprender a cabalgar, realizar caminatas e internarse en el bosque para observar pájaros, descubrir la fauna, fotografiarla, refrescarse en una buena pileta o tanque australiano, pasear en carruaje, o simplemente disfrutar de las tareas del campo, ver girar los molinos, oler el aroma fresco de los fardos de alfalfa, son algunas de las actividades características de estos programas rurales.

Algunas cuentan con putting greens con un par de hoyos de golf o canchas para dar los primeros golpes de polo. Si es la temporada de cosecha o yerra tendrá una experiencia inolvidable.

Arrear el ganado, ver una pialada, la doma racional de caballos pura sangre, recorrer las instalaciones, andar en bicicleta, en carruaje de tiro, armarse en una partida de truco o una guitarreada o por la tarde ver a los gauchos realizar alguna de sus destrezas criollas, visitar una granja, caminatas por el parque, paseos a caballo, fútbol y paseos en lancha.

Experiencia

Los visitantes encuentran placer por convivir con la naturaleza, escuchar el silencio, respirar aire puro, ver el cielo en toda la amplitud del horizonte y despertar con el canto de los pájaros. Para los niños son lugares ideales para que jueguen libremente en la naturaleza y para aprender de la tranquilidad que ofrece la vida lejos de las grandes ciudades.

Hay para todos los gustos y preferencias, cultura, historia, artesanías, destrezas criollas, pescar en una laguna o río cercano o practicar caza deportiva.

Estas prácticas están reglamentadas por normas de conservación de la fauna silvestre que determinan anualmente las temporadas de caza, especies permitidas, cupos y vedas.

Cordialidad criolla

Lo más significativo para el turista es el grado de cordialidad y de amistad que se establece entre ellos y los dueños de casa.

Los anfitriones son gente de campo, gauchos, personas sencillas y laboriosas que ponen pasión a la tierra para verla producir en semillas y ganado.

Gastronomía argentina

Los anfitriones ajustarán todos los detalles para una atención sumamente personalizada, poniendo la mano en la cocina argentina, de elaboración artesanal, con la materia prima que el campo les da.

Todos participan del turismo de campo; desde los peones con su familia, dispuestos a colaborar, hasta los dueños, sienten orgullo por mostrar lo que hacen y compartir con sus huéspedes, sus experiencias, la historia de su pueblo, las tradiciones, las artesanías, el modo de vida del hombre del interior, sus costumbres. También ayudando a escoger el programa de actividades para el día siguiente; una visita al tambo vecino o a una fábrica de lácteos o de chacinados.

Frente al fogón podrá comer un delicioso asado que puede ser tira de asado, vacío, colita de cuadril, matambre vacuno y de cerdo, entraña, chorizos, morcillas o achuras como las deliciosas mollejas y chinchulines.

No puede dejar de probar un cordero patagónico o un chivito o un lechón. Todo esto acompañado de una copa de buen vino Malbec.

Algunas estancias se encuentran junto a lagunas o ríos y ofrecen alternativas de pesca y gastronomía. Otras alternativas del menú campero son las jugosas empanadas, picada de matambre y otros fiambres como el jamón, la bondiola, el salame casero y tabla de quesos caseros que son imperdibles. Los vegetales siempre son fresquitos y crujientes ya que provienen de la huerta que abastece a la casa. Otros platos típicos son la carbonada, el locro, tortilla de papa y huevos. Para la hora del mate nunca faltarán las tortas fritas y los pastelitos rellenos de dulce de membrillo o batata.

Propuestas

Hay estancias que ponen énfasis en distinto tipo de actividades y prestaciones. Las hay dedicadas a un buen asado, habitaciones adecuadas para hospedar a los visitantes, juegos infantiles, paseos a caballo y amplios parques con canchas deportivas.

Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes tienen propuestas que, según el caso, ponen el acento en el espectáculo folclórico, la pesca, el polo, el spa, el programa pensado para los chicos y el valor histórico del lugar.

En las fiestas patrias se agregan corridas de sortija, pruebas de riendas y cuadreras. Cantantes y bailarines folclóricos de la zona amenizan el asado criollo y también la merienda, cuando participa el público. El payador pasa entre la gente con su guitarra y les pide letra para armar sus rimas y décimas.

Debido a la extensión del territorio, las estancias son diferentes según el tipo de producción y la zona en la que se encuentra. En la Patagonia por ejemplo son de producción ovina o plantaciones forestales.

En la zona de la Cordillera de los Andes se preserva el ganado criollo puro tal cual llegó en los primeros barcos españoles. Leleque, madre de las cabañas patagónicas dedicadas al Merino Australiano, El Maitén y Tecka en Chubut, Maquinchao y Pilcañeu en Río Negro y Alicurá en Neuquén, iniciaron la cría de lanares.

En la costa patogónica como en Puerto Madryn, Punta Ninfas y Bahía Bustamante (provincia del Chubut) prevalece el ganado ovino de raza merino. Allí las actividades rurales pueden alternarse con avistaje de fauna marina silvestre, como pingüinos, ballenas y lobos marinos, desde playas vírgenes de gran belleza.

En cambio en la zona norte de Buenos Aires, Santa Fe o Córdoba la producción es de soja, maíz y girasol, En el sudeste bonaerense es netamente cerealera, papa, hortalizas y también se cría al caballo de polo. El campo bonaerense se caracteriza por sus amplios sembradíos y por poseer las mejores tierras de pastura del país.