Es una ballena franca austral con albinismo parcial y hay 250 con estas características dentro de la comunidad de Península Valdés. Tiene cientos de adoptantes, al igual que otras ballenas y se organizó una videollamada para dar detalles sobre su aparición.
BUENOS AIRES.- Una ballena franca que fue vista por primera vez en Península Valdés en 1994 junto a su madre y otra vez en 1995, sin que volviera a saberse nada de ella, reapareció en un catálogo de fotos que fueron tomadas en 2017 en San Antonio Oeste, Río Negro.
Florencia Vilches, investigadora del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), se puso a analizar el interminable catálogo y reconoció sus manchas y su tamaño.
La fotoidentificación es un trabajo artesanal: se mira en detalle cada una de las imágenes y se las analiza para encontrar esa mancha o esa callosidad que permita identificar al ejemplar de la foto con los más de 3800 que conforman el catálogo del ICB, publica La Nación
Cuando esa coincidencia ocurre, es celebrada con gritos y hasta lágrimas por parte de los expertos. No sólo porque lleva mucho trabajo, sino porque significa que aquel individuo que registraron hace 26 años atrás, sigue con vida.
Esta ardua tarea se trata principalmente de una cuestión científica, pero también de una humanitaria: Espuma -al igual que otras ballenas- tiene cientos de adoptantes. Son personas que forman parte del Programa de Adopción del ICB y que aportan una suma de dinero mensual para proteger a la especie y su hábitat.
Cada vez que el instituto encuentra un nuevo registro de alguna de las ballenas convoca a todos sus adoptantes y se lo comunica. Sin embargo, pueden pasar varios años sin tener ninguna novedad de su ahijado o ahijada.
Como consecuencia de la pandemia, Florencia Vilches convocó a los adoptantes por Zoom para mostrarles las fotos de Espuma y otros descubrimientos. Del otro lado había más de 100 personas pidiendo novedades de sus ballenas: Valentina, Tempranera, Mochita, Docksider, Serena, Manantial, entre otras
Otros de los adoptantes que recibieron noticias fueron los de Troff, “la ballena viajera”. Si bien era figurita repetida en la década del 70, los investigadores perdieron su rastro. Cuando se hizo una comparación del catálogo argentino con el de Brasil, se descubrió que Troff -un animal que ya tiene 60 años- había estado todo este tiempo en el país vecino junto a una de sus crías.
Expectativa
Cada septiembre, el ICB hace un relevamiento fotográfico que recolecta entre 5 mil y 10 mil imágenes de ballenas en la zona del Golfo Nuevo y el Golfo San José. Llevan este material al laboratorio y analizan una por una las callosidades de los animales para identificarlos.
En 2018 contaron alrededor de 856 ballenas, el récord más alto desde que comenzaron con la actividad en 1971. Si bien este año no pudieron salir aún a explorar los mares, las expectativas son positivas.
“Tengo la expectativa de que 2020 será también una temporada con un buen número de ballenas, en base a que no se ha registrado una oscilación de El Niño fuerte, que es lo que en algunos años puede reducir el número de ballenas que llegan a sus áreas de cría en distintos puntos del hemisferio sur”, explica Mariano Sironi, director científico del ICB.
Esta situación podría verse beneficiada, además, por la baja presencia de navegaciones en las aguas de la zona y la contaminación sonora.
“Las ballenas viven en un mundo de sonidos, por lo que el ruido que generan las actividades humanas, como el tráfico marítimo, las afecta significativamente. Si pensamos que hoy la navegación está muy reducida por las restricciones a nivel mundial debido a la pandemia, entonces las ballenas se ven beneficiadas al encontrarse en un ambiente relativamente más calmo y silencioso”, explica.
Si bien aún no hay una fecha estimada para el regreso del turismo, Puerto Madryn empieza a prepararse con ofertas para excursiones y alojamientos.
En este contexto, la secretaría de Turismo ofrece Futuro Viaje, una plataforma donde se puede reservar lo necesario para unas vacaciones con hasta 50% de descuentos. Snorkeling con lobos marinos, avistajes embarcados y visitas a pingüineras son algunas de las actividades que se pueden comprar hasta fines de julio y utilizarse hasta junio de 2021.
Otra de las actividades que están programadas para los turistas -y que ya están permitidas aunque sólo para residentes- es el buceo.
En la zona hay 10 operadoras que ofrecen este tipo de excursiones y que esperan que los turistas puedan empezar a llegar a partir de septiembre.