RIO GRANDE.- Si la tecnología avanza a pasos agigantados, si lo que hoy es novedad muchas veces queda en el olvido en apenas unos años, imagínense lo que ocurría hace mucho más tiempo. Lo que no se modifica son las ganas de concretar lo que -para muchos- es algo distinto a lo que busca o intenta la mayoría. Un viaje de miles de kilómetros, es uno de ellos.
Hoy se cumplen 58 años desde el día que Juan José Degratti partió en moto, desde Ushuaia, rumbo a Alaska. Un desafío de unos 30.000 kilómetros, que lo llenó de peripecias, conocimientos y anécdotas, a recordar de por vida con su familia, amigos y conocidos, y que el protagonista se encargó de desgranar a su regreso a esta, su segunda tierra.
El rosarino, por entonces de 24 años (cumplidos el 10 de noviembre de ese 1960), inició su marcha a las 09:45, en una Alpino, modelo 58, de baja cilindrada (175 cc). Salió por San Sebastián hacia Porvenir, y en la goleta “Gaviota” cruzó el Estrecho de Magallanes, desembarcando en Punta Arenas.
Reingresó a Argentina y prosiguió hasta La Quiaca, pasando a Bolivia, e internándose luego en Perú, Ecuador y Colombia. Gracias a un comandante colombiano pudo salvar el tapón del Darién y arribar a Panamá, ya en Centroamérica.
En México surgieron problemas con la visa para ingresar a los Estados Unidos, cruzando la frontera por Corpus Christi. El último tramo fue bien cerquita del Pacífico, logrando llegar a la ansiada Alaska, al cabo de dos años y ocho meses, en julio de 1963 (en pleno invierno boreal).
Sin embargo, la Policía le impidió continuar más al norte, y con 28.800 kilómetros, Degratti debió ponerle fin a su travesía. Después, en Houston, se desempeñó como mecánico, en un taller de Volkswagen. El 12 de octubre aquel año embarcó su Alpino, y poco después regresó a Argentina, en una línea aérea peruana. A los 82 años, el rosarino reparte sus días entre Buenos Aires y Río Grande.