El 16 de junio de 1963, Valentina Tereshkova, una joven de 26 años que trabajaba en una fábrica y fue seleccionada para ser cosmonauta, se convirtió en la primera mujer en el espacio.
Tereshkova voló una misión en solitario que orbitó la Tierra 48 veces. En tres días viajó más lejos que todos los astronautas estadounidenses anteriores combinados. Sus fervientes fanáticas vieron su triunfo como una reafirmación positiva del compromiso soviético con la igualdad de género, mientras que las mujeres fuera de la Unión Soviética lo tomaron como una prueba de que no había límite para lo que ellas podían lograr.
Tereshkova, quien nació en una aldea en el río Volga y era hija de un conductor de tractores, se convirtió en una actriz soviética, y finalmente se retiró como generala de la Fuerza Aérea Rusa. La primera mujer estadounidense en el espacio, Sally Ride, tuvo que esperar hasta 1983.
El proceso de selección de la primera cosmonauta fue de lo más peculiar. Los requisitos fundamentales eran: jóvenes menores de 30 años, con menos de 1,70 de estatura, menos de 70 kg de peso e “ideológicamente puras”. No se requería experiencia como piloto pues las naves Vostok eran completamente automáticas y el astronauta podía ser considerado un mero pasajero, pero sí experiencia en paracaidismo. De la convocatoria en fuerzas armadas y aeroclubes resultó una preselección de 400 participantes y una selección final de cinco, incluida Valentina Tereshkova. Todo era secreto y ni la propia madre de Valentina sabía nada.
Su nombre en clave durante la misión fue Chaika, que significa “gaviota”. Sus primera palabras fueron “Aquí Gaviota, aquí Gaviota. Veo en el horizonte una raya azul: es la Tierra. ¡Qué hermosa! Todo marcha espléndidamente.”