Este 113 aniversario del descubrimiento del “oro negro” en Comodoro Rivadavia encuentra a la industria local, y también internacional, atravesando una crisis impensada, la generada por la pandemia del COVID-19 cuyos efectos aún no terminan de verse.
Como en toda crisis, el cambio a veces genera desarrollos positivos y es entre esas mejoras que desde el sector petrolero se apuesta, a pesar del contexto, a continuar e incrementar las exportaciones de crudo liviano como una forma de apalancar a toda la industria.
Es por esto que el inicio de la cuarentena obligatoria, cuando de un día para el otro se pararon los equipos en los campos y comenzaron a sobrar nada menos que 200.000 barriles de petróleo por día, significó un fuerte golpe para las empresas que tuvieron balances en rojo en ese trimestre.
La cantidad de equipos de perforación que a nivel nacional venía en caída desde febrero de 2019 se desplomó a un doloroso cero en abril y mostró una de las parálisis más fuertes que se dieron entre los países productores.
Lentamente, la cantidad de torres fue recomponiéndose; aunque aún se encuentra por debajo de los niveles prepandémicos, tal como sucede con el empleo.
La cuarentena obligatoria paralizó al país y generó como primer efecto una estrepitosa caída en las ventas de combustibles que llegaron a bajar hasta un 60%. Esto hizo no solo que sobrara casi la mitad de la producción nacional de petróleo sino que se colmaran en pocas semanas los acopios existentes y, ante un escenario en el que además los precios internacionales también cayeron muy por debajo de la rentabilidad de los desarrollos locales, varias empresas no tuvieron más opción que cerrar cientos de pozos productores.
En términos de producción de petróleo el país pasó de generar 528.992 barriles diarios en marzo, a 466.662 en abril, y volvió a caer a 454.951 en mayo, marcando así una pérdida en la producción de casi 80.000 barriles por día.
Para junio la producción mostró la primera mejora, al aportar 483.737 barriles por día a raíz de que se conjugaron la reducción a cero de las retenciones a las exportaciones con una paulatina mejora del precio internacional que hizo que el petróleo nacional comenzara a fluir al exterior.
En julio y en septiembre hubo retrocesos en la generación marcados por la agudización de la pandemia en el país, mientras que en octubre –el último mes con registros completos- la producción se situó en los 483.377 barriles diarios, es decir unos 45.000 barriles menos por día que antes del inicio de la pandemia.
Estos valores se dan en sintonía con las ventas de combustibles que se estancaron en su proceso de recomposición en un 20% por debajo del nivel de la vieja normalidad.
Esta extensa coronacrisis llevó a las empresas a reducir sus inversiones, no solo para achicar gastos tratando de pasar el temporal, sino también en muchos casos ante la imposibilidad de colocar una mayor producción o de realizar algunos trabajos ante las medidas sanitarias.
Pero en este proceso de cuidar el peso y de buscar en el mercado exterior la colocación del petróleo que no se consumía en el país, fue que desde varias empresas se apostó al mercado exportador abriendo un camino en donde hoy se depositan grandes esperanzas.
Con medidas de apoyo lanzadas por el Gobierno, como el reciente Plan Gas 4 y la ley de fomento a las inversiones que se busca tener lista para fines de año, el sector suma un respaldo para comenzar a mover con mayor intensidad la rueda de la actividad.
A pocas semanas del 2021 las empresas preparan un incremento en lo que fueron sus alicaídas inversiones de este año que estiman que redundará en una mayor producción. Y en esa senda de crecimiento es en la que varias empresas apuestan a mantener sus exportaciones de crudo liviano, de ese tipo de petróleo generalmente blendeado con el shale de Vaca Muerta que hasta antes de esta pandemia no fluía al exterior. Fuente: Victoria Terzaghi.
El 2020 fue sin dudas el año de la coronacrisis, de la peor crisis atravesada por la industria de los hidrocarburos; pero a semanas de dar vuelta el almanaque el horizonte parece mucho más prometedor y como muestra de esa apuesta a futuro es que se dio esta misma semana la firma de una nueva concesión para el desarrollo del petróleo de Vaca Muerta, un claro gesto en la confianza no solo en el potencial de la roca generadora del shale, sino también en que ya vendrán tiempos mejores.