RIO GRANDE.- Miguel ‘Botafogo’ Vilanova estudió guitarra clásica por varios años. Pero la leyenda comenzó a los 17 años, cuando Pappo Napolitano lo llevó a tocar en su banda. De ahí en adelante, la historia lo llevó por muchos lugares: fue telonero del mismísimo BB King y llevó el blues argentino a Europa, Japón, y a los clubes de blues más tradicionales y exigentes de Estados Unidos.
Esta vez, además de presentarse con una banda de músicos locales, Don ‘Botafogo’ Vilanova presentó “Pentatónicas, usos y técnicas”, el stand de LCM, en la Feria Provincial del Libro. Habló de su experiencia con las bandas de los 70, cómo lo inspiraron a perseguir su sueño. Y compartió su visión acerca de los músicos y como trabajadores, y en la sociedad. Antes del cierre de la Feria, El Sureño pudo charlar con el guitarrista sobre su experiencia, opiniones y expectativas para el rock argentino.
La XII Feria Provincial del Libro, casi llega a su fin. Varios de los expositores levantan sus stands, y el viento se cuela en el hall del Yaganes cada vez que se abren las puertas. Con una de las ventoleras, entra un señor alto, de cabello casi blanco, y saluda. Afeitado, peinado, tranquilo. Realmente aparenta más profesor que rockero. Vilanova llega al stand, curiosea unos libros de guitarra, bajo, piano… algunos escritos por él.
El Sureño: Bienvenido, nuevamente, a Río Grande. Esta vez qué esperás encontrar, cuáles son las expectativas para estas horas que tenés por vivir en la ciudad.
Miguel Vilanova: Y… espero tomar contacto con todos… todos los que quieran charlar sobre mis libros, y toda esta cuestión de la enseñanza que a mí me fascina y es algo que me gusta muchísimo. Y después bueno, poder tocar un rato. Vamos a tocar con músicos locales, vamos a zapar ahí unos cuantos blues, algo lindo que podamos hacer.
¿Podés adelantar algo del repertorio?
Es un poco un homenaje a nuestro blues y nuestro rock argentino, más que nada. Yo me elegí algunos temas que son ya parte del repertorio blusero argentino, algunos temas de Pappo, alguna cosa de Spinetta. Alguna cosa de David Lebon.
Nombrás a estos grandes referentes de nuestra cultura, de la música argentina. Y vos estás entre ellos. ¿Te imaginabas a los 17, cuando empezaste a tocar con Pappo que esto iba a ser así?
(Hace una pausa, y sonríe)… La verdad que todo lo que pasó en estos últimos 44 años, no. Pero digamos que a partir de ese momento, comencé a imaginar o a percibir, que podía ser que yo me desarrollé como músico. Inclusive, que me gané la vida como músico. Lo pensé en algún momento a partir de ese evento, de empezar a tocar con Pappo, y de poder ver cómo es jugar en primera. A partir de ahí sí, empecé a pensar que sí. No sabía que me iba a pasar todo lo que me pasó después… pero estoy contento.
Como blusero argentino, referente del rock nacional. ¿Creés que quedan músicos jóvenes que puedan tomar la posta y llevar el rock argentino a su gloria otra vez?
Yo pienso que sí. Cuando pienso en cuando empecé, sin ir más lejos, nada de todos estos libros que vos ves acá, todos estos autores, nada de eso existía. Yo quería tocar como Pappo, y fui y le dije a mi maestro de ese momento, ‘mire yo quiero tocar como éste’… y me dijo ‘no, esas son unas técnicas norteamericanas que acá todavía no se conocen´. Y hoy no, hoy la verdad que todos los chicos de todo el país, pueden acceder a algún maestro, a algún taller donde encontrarse con gente que está tocando el estilo que le gusta. Se han multiplicado las escuelas de música por todo el país. Hay mucha gente preparándose y estudiando, hay pibes talentosísimos. Yo tengo mucha esperanza en eso…
Directamente, los que estudian música, hoy pueden instruirse en estos estilos…
Claro. Además, hay mucha gente joven que yo he ido detectando que… como que revalorizan toda la época vieja, lo que fue Spinetta con Pescado Rabioso, Pappos Blues, el rock de fines de los 60 y lo que pasó en los 70. Tanto que hoy pibes jóvenes asombrados y maravillados, dicen ‘wow, cómo hicieron eso en ese momento, que no había nada’ y entonces creo que hay muchos inspirados por todos éstos como Spinetta y Pappo, y tantos otros. Yo creo que hay mucho por hacer.
Lo que pasa es que el trabajo para el músico está un poco descuidado, desprestigiado. Muchos de los músicos como yo, que trabajamos con el remo, vamos cargando la cruz de Cromagnon todavía, que no es una cruz que nos pertenezca a nosotros. Pero se sigue cargando sobre los bares, los centros culturales se cierran, en nombre de no sé qué, la verdad. Los lugares de trabajo de los músicos están acotados, cuando hay mucha gente que vive de la música, pero no lleva música en vivo, por lo tanto está generando una competencia desleal que no le importa a nadie.
Cuando decís competencia desleal, hablás de los boliches.
Sí. Cuando estuve en España en el ’70, por ley los lugares que ponían música tenían que tener música en vivo una vez por semana. Y no era que tenían que llevar a Joaquín Sabina. Podían tener a Juan Carlos, con su guitarrita, y bueno… música en vivo. En esos años se multiplicaron las casas de música, las escuelas, todo.
Yo siempre digo que en el país del primer trabajador, que los músicos no sean considerados trabajadores, la verdad que debería ser considerado una vergüenza. Porque yo mismo soy una prueba viva de que, cuando un músico te inspira, tu vida puede dar un giro inesperado, de una vida más inspirada, más creativa.
Yo iba camino a ser un empleado en una empresa de telefonía, y gracias a que Pappo me eligió, me quedé y pude desarrollarme, viajar por el mundo. Así que pienso que hay una parte donde todavía los músicos tenemos que progresar, unirnos, y exigirle a nuestras autoridades que lo nuestro es un trabajo legítimo. Este es el país donde se acuñó esa frase terrible, ‘¿Sos músico, y de qué trabajás?’, y todo el mundo se ríe. Y es una burla. Vos fíjate, ahora mismo estamos en un stand donde tenés guitarras, libros. Esas guitarras las fabricó alguien, y hubo mucha gente involucrada para hacer esas guitarras, y esos libros.
El músico no se lleva la plata a su casa y después la esconde en las islas, en una caja fuerte. Nosotros los músicos cobramos, y aparte de vivir, pagar impuestos, criar a nuestras familias y todo eso; pagamos a la casa de música la cuota del nuevo instrumento. Compramos una guitarra nueva, arreglamos el cable del amplificador que se rompió. Generamos una economía que la ceguera de nuestros dirigentes realmente no la puedo comprender. Además, la música y el arte en general es algo que le hace bien al alma de las personas, entonces no veo cómo podemos estar hablando de esto.
Yo por ejemplo hace un par de años que hice dos giras por Austria. Y los músicos de allá me contaban que el Estado, si vos das clases a jóvenes músicos te paga mil euros, por cada cinco horas de clase que vos das. Hay muchos músicos que dan quince horas los días lunes, martes, y miércoles; y se dejan el resto de los días para hacer shows, en fin, para diversas actividades. Y el Estado le paga jubilación, obra social, vacaciones, paritarias. Mirá cómo Austria, un país de primer nivel, trata a sus músicos y a sus artistas en general, porque lo mismo hace con pintores, escritores, y actores.
Vos hablás siempre de este aspecto desconocido por muchos, de tu vida cómo músico. ¿Cómo se puede empezar a cambiar estos conceptos, estos prejuicios alrededor de los músicos?
Y… por ejemplo los músicos chilenos. Yo estuve en Chile hace muy poco, y ellos ya consiguieron que sea una ley nacional que cualquier grupo extranjero tiene que llevar músicos nacionales, ¡por una ley votada en el parlamento! Y también ahora están luchando y están involucrados músicos, senadores, abogados en un foro, para hablar sobre las condiciones laborales de los músicos.
Fíjate, cómo en este sentido, ya los chilenos nos llevan la delantera, han avanzado sobre ese tema.
Mi hijo es músico, es baterista de la banda Carajo hace 15 años, además de haber debutado a los 16 años con A.N.I.M.A.L. Es decir que hace más de 15 años que se gana la vida como músico.
Hay igual, mucha gente cada vez más jóvenes, un poco más despierta, que nos apoya. Pero son casos aislados, y realmente no alcanza.
Don Vilanova expone sus ideas profundamente convencido, aunque sin exaltarse o ponerse de malhumor. Tomando uno de sus libros, cambiamos el tema. Antes de irse para cumplir con los compromisos de la exposición, se saca fotos con las personas que se acercan a saludarlo al stand. Y se da el gusto de ‘tantear’ una de las guitarras criollas expuestas allí. Y como último comentario deja una síntesis de su parecer. Mucho desde su lugar de músico, y un poco a modo de padre, que a sus 60 años puede dar un buen consejo.
“Estoy muy contento y muy honrado de estar acá y les deseo a los músicos de acá que se unan, porque lo que hacemos no es un pasatiempo, es algo que tiene que ver con el alma, con el espíritu, con la creatividad. No todo son diplomas y no todo es ser ingeniero o abogado o comerciante. También el músico puede desarrollarse y como siempre digo, sin una multinacional, sin ser el niño mimado de ningún capo de ningún tipo. Siempre en la ruta, siempre luchándola en la calle. O sea, que si se le da la oportunidad a un joven de desarrollarse como músico, incluso puede ganarse la vida y tener una vida digna, y tener un sueldo digno, y ser un ciudadano completamente honrado.
El descontrol, la droga, al contrario –dice- ése, es el enemigo.